Te levantas, te bañas, vistes, desayunas, manejas al trabajo, 8 horas como robot, regresas a casa, haces pendientes, cenas y te duermes. Te levantas, te bañas... Y así todos los días. Vivimos el día a día tan automatizados que ni lo sentimos, no lo disfrutamos, no estamos conscientes de los detalles, de las pequeñas cosas que acontecen todos los días. Nos sentimos seguros, estables, pero cuándo una patita de la mesa se quiebra, nos desbalanceamos completamente, no estamos acostubrados al descontrol, a salirnos de la rutina. Este periódo para mi, ha sido verdaderamente un proceso significativo para mi vida. He entendido que tenía tantas cosas que no valoraba, porque ahi estaban, porque no las necesitaba. Pero me dí cuenta, que el hecho de que se haya quebrado una patita de la mesa, no implicaba que ya no se pudiera usar, que tenía que encontrar la manera de repararla, y de ser posible mejor que antes. Me dí permiso de sanar vieja...